La historia de Jeanne Baret, como tantas otras historias de mujeres, se escribió por encima de las exigencias del mundo en que vivimos.

Su entusiasmo superaba con creces a sus miedos y así, en 1767 y pese a la prohibición expresa de que las mujeres embarcaran en las naves de la Marine Royal francesa, ella embarcó.

¿Cómo lo hizo? Se disfrazó de hombre haciéndose pasar por ayudante del botánico P. Commerson. Juntos recogieron más de 6000 muestras de especies de las cuales casi la mitad de ellas eran desconocidas hasta el momento.

A diferencia de lo que ocurrió con Commerson, Jeanne Baret y su aportación a la botánica fueron olvidadas por el mundo hasta tal punto que incluso la única especie de planta que Commerson nombró en su honor, Baretia bonnafidia,  fue rebautizada con otro nombre.

Sin embargo, hoy en día, una planta de flores blancas y pequeños frutos rojos, tan sencilla como sencillo debiera haber sido su reconocimiento en la historia, lleva su nombre: Solanum Baretiae.